Hoy es 19 de diciembre de 2014,es un viernes con sensación de horno, 33 º C y no llegamos al mediodía. Un jugo mágico de fruta,un smoothie potentoso para almuerzo y lectura de noticias. Una,que impacta y dispara recuerdos de niñez . "La NASA quiere construir una ciudad en las nubes" reza el título de Minuto Uno y pensé en mi hermano. Es el que me sigue,el cuarto en la saga. Niño eterno,organizador de juego y travesuras, y sí de frases ilógicas y risueñas como asegurar que "las gaviotas tienen nidos en el cielo" ,que no fue dicha de niño ,sino casi rayando en hombre.Lo decía con convicción con firmeza y me dio no sé qué replantearle una respuesta. "Las gaviotas tiene nidos en el cielo" dije,buen título para un libro.
Ahora ,peinando albas en nuestras cabezas,bah,la mía anda por la vida camouflada,él sigue siendo un niño grande,abuelo de nietos felices, padre de un solo hijo,padre de muchos hijos perrunos y gatunos,buen esposo y trabajador,mi hermano,soñador ,con sus gaviotas anidando tan alto y tan cerca de una realidad que la ciencia busca concretar,una ciudad flotante en las nubes de Venus y seguro,que aquellas aves anidarán allí, en el lugar de los sueños utópicos.
Mi sur de ayer Infostela Siglo XXI
viernes, 19 de diciembre de 2014
martes, 16 de diciembre de 2014
Mi patio,las flores y un jornal por ganar
Buen día! Sigo con los árboles ,sus frutos , perfumes y flores. Muchos pájaros y variedad de ellos poblaban sus ramas.
Recuerdo a mi padre decirnos no!, a hondas y no! a cortar las flores porque sí nomas. Él se trepaba a las ramas altas del sauce o de las moras salvajes que había en nuestro patio y colocaba envases de tomates vacíos, contrariando al oeste cuidando que el viento no golpee de frente esos modernos nidos de lata ; unas pajas secas y a esperar,en unos días ya tenían habitantes trayendo suaves plumas para su nuevo hogar y sus trinos parecían agradecer. Mixtos,cabecitas negras, eran los más dispuestos a ocuparlas. y ahí ponías sus huevos y nacían sus crías.
Debajo de los sauces estaba la hamaca, entre el sauce de tronco grueso y el otro,más alto pero más fino; recuerdo las cámaras de bicicletas cubriendo la vuelta de la cadena que se ataba al árbol para no lastimarlo mientras nosotros disfrutábamos del vaivén en cualquier momento y la puja estaba quien llegaba primero. Por las mañanas,más allá de las 10 ,me balanceaba cerrando los ojos y sentía.con los ojos cerrados el cambio de rojo a negro,del sol a la pared que tapaba el sol mientras la hamaca subía y bajaba...qué feliz se puede ser con tan poco!
También estaba la higuera y las benditas primicias de sus frutos,grandes, al alcance de las manos de un niño,que allá,antes de navidad, esta generosa planta endulzaba nuestras tardes y pegoteaba nuestras manos,porque sí,nomas ;
y luego, a la vereda a tratar de atrapar ésa mariposa,que cómo cita,llegaba después de que llegábamos de la escuela.
En ese patio ,inmenso de 10 x 43 ms había flores también,pero ya en hileras,prolijas y prolíficas de gladiolos, macetillas e ilusió,.bah, la ilusión estaba en cuadros,como decía mi padre"un cuadro de ilusión blanca,un cuadro de ilusión rosada". Era para los noviembres,con sus días de santos y muertos donde la cosecha de flores se transformaba en ataditos y temprano íbamos a la entrada del cementerio y mi padre tomaba su lugar con baldes de agua fresca para que duraran lo más posible y lograr vender toda su mercadería. Antes,eso era antes, cada lugar se respetaba, de acá hasta allá,es de don Benítez y nadie tocaba nada,sin dudas,otro tiempo.
Qué qué hacía mi padre para mantener a sus hijos,jornalero,como se decía antes. Había que ganar el jornal para tantas bocas. Juntaba maíz,arvejas,porotos; cazaba nutrias,ranas,cosechaba totoras,juncos en Gorostiaga,en Bragado,en 25 de Mayo. A nosotros no nos importaba,éramos felices.
Recuerdo a mi padre decirnos no!, a hondas y no! a cortar las flores porque sí nomas. Él se trepaba a las ramas altas del sauce o de las moras salvajes que había en nuestro patio y colocaba envases de tomates vacíos, contrariando al oeste cuidando que el viento no golpee de frente esos modernos nidos de lata ; unas pajas secas y a esperar,en unos días ya tenían habitantes trayendo suaves plumas para su nuevo hogar y sus trinos parecían agradecer. Mixtos,cabecitas negras, eran los más dispuestos a ocuparlas. y ahí ponías sus huevos y nacían sus crías.
Debajo de los sauces estaba la hamaca, entre el sauce de tronco grueso y el otro,más alto pero más fino; recuerdo las cámaras de bicicletas cubriendo la vuelta de la cadena que se ataba al árbol para no lastimarlo mientras nosotros disfrutábamos del vaivén en cualquier momento y la puja estaba quien llegaba primero. Por las mañanas,más allá de las 10 ,me balanceaba cerrando los ojos y sentía.con los ojos cerrados el cambio de rojo a negro,del sol a la pared que tapaba el sol mientras la hamaca subía y bajaba...qué feliz se puede ser con tan poco!
También estaba la higuera y las benditas primicias de sus frutos,grandes, al alcance de las manos de un niño,que allá,antes de navidad, esta generosa planta endulzaba nuestras tardes y pegoteaba nuestras manos,porque sí,nomas ;
y luego, a la vereda a tratar de atrapar ésa mariposa,que cómo cita,llegaba después de que llegábamos de la escuela.
En ese patio ,inmenso de 10 x 43 ms había flores también,pero ya en hileras,prolijas y prolíficas de gladiolos, macetillas e ilusió,.bah, la ilusión estaba en cuadros,como decía mi padre"un cuadro de ilusión blanca,un cuadro de ilusión rosada". Era para los noviembres,con sus días de santos y muertos donde la cosecha de flores se transformaba en ataditos y temprano íbamos a la entrada del cementerio y mi padre tomaba su lugar con baldes de agua fresca para que duraran lo más posible y lograr vender toda su mercadería. Antes,eso era antes, cada lugar se respetaba, de acá hasta allá,es de don Benítez y nadie tocaba nada,sin dudas,otro tiempo.
Qué qué hacía mi padre para mantener a sus hijos,jornalero,como se decía antes. Había que ganar el jornal para tantas bocas. Juntaba maíz,arvejas,porotos; cazaba nutrias,ranas,cosechaba totoras,juncos en Gorostiaga,en Bragado,en 25 de Mayo. A nosotros no nos importaba,éramos felices.
lunes, 15 de diciembre de 2014
De árboles, de frutos y mariposas
Es la tarde ya, la del 15 de diciembre,atrás quedaron la flauta y y el piano y la radio me trae el Concejo Deliberante a mi casa donde se discute el Presupuesto 2015.
Trato de seguir la ilación de la historia de los árboles de mi barrio y la gente y sus historias.
La foto que ilustra estas líneas es la esquina de mi casa de ahora,más al sur, de la 86 a la 88,en el límite de La Candelaria y el barrio sur,pero para mí la sur,empieza en la plaza Moreno,del frigorífico para acá, de la panadería de Bianco para acá, de la cancha para acá,del bar 13,para acá. Pero desde aquél tiempo para acá,son en estos últimos tiempos donde en la esquina de la 88 y Paso se forma ese pantanal. Qué diría Doña María si viviera? Qué diría Don Gatero( bah, Benavídez para el documento,gatero, porque dice que se comía los gatos) si viviera y eso sucediera en su esquina? Porque antes las máquinas pasaban y arreglaban la calle, hacían cunetas,la abovedaban y duraba el trabajo: ahora pasan y a la semana es el mismo desastre de siempre.
Me corro a la quinta de la Paso y 86,donde estaba el conventillo y había chicos y perros de todas clases y edades. Esos chicos que esperaban la primavera ,el verano ,armados con varillas de paraíso,desnudas de hojas para cazar mariposas a la hora de la siesta o juntar "huevitos de gallos" esos frutos blancos,silvestres ,dulces que olían rico cuando estaban bien maduros. O, para comer "chauchelas", las vainas sonoras que caían de las acacias espinosas. Fruto dulce,marrón, musical,que calmaba ansias de golosinas,inalcanzables,sólo para privilegiados,no para nosotros, la "gente de la tierra" como decían los italianos, los huídos, los rubios, los blancos ocupantes de las casas que empezaban a enquistarse en el corazón de los barrios periféricos.
Nosotros,los de pies descalzos,los marrones,los de cabellos lacios,( era mi orgullo mi pelo lacio y no parecerme a mis primas por parte de padre,con su pelo moto y ojos saltones que heredaban de su madre,que vaya a saber de dónde vino,como todos decían). Nosotros los pobres,los que nada teníamos,pero teníamos padre y madre, y sabíamos quienes eran mis abuelos y bisabuelos y ésa fue nuestra riqueza,saber quiénes éramos.
Son dulces los recuerdos, tienen sabor,olor,color; como los mburucuyas,rico fruto anaranjado de corazón rojo ,latiendo dulce suavidad ,pendiendo de árboles o como enramada de cercos precarios de las casas. O,como aquellos tréboles de rojas campanitas de tallos ácidos que masticábamos a modo de chícle. O,como los cultivados frutos de cada terreno o quinta,duraznos,ciruelas,nísperos,granadas,higos mandarinas,naranja y la osadía de alguien que cruzaba el alambrado de púas en la tarde cálida desafiando todo por una de ellas.
Trato de seguir la ilación de la historia de los árboles de mi barrio y la gente y sus historias.
La foto que ilustra estas líneas es la esquina de mi casa de ahora,más al sur, de la 86 a la 88,en el límite de La Candelaria y el barrio sur,pero para mí la sur,empieza en la plaza Moreno,del frigorífico para acá, de la panadería de Bianco para acá, de la cancha para acá,del bar 13,para acá. Pero desde aquél tiempo para acá,son en estos últimos tiempos donde en la esquina de la 88 y Paso se forma ese pantanal. Qué diría Doña María si viviera? Qué diría Don Gatero( bah, Benavídez para el documento,gatero, porque dice que se comía los gatos) si viviera y eso sucediera en su esquina? Porque antes las máquinas pasaban y arreglaban la calle, hacían cunetas,la abovedaban y duraba el trabajo: ahora pasan y a la semana es el mismo desastre de siempre.
Me corro a la quinta de la Paso y 86,donde estaba el conventillo y había chicos y perros de todas clases y edades. Esos chicos que esperaban la primavera ,el verano ,armados con varillas de paraíso,desnudas de hojas para cazar mariposas a la hora de la siesta o juntar "huevitos de gallos" esos frutos blancos,silvestres ,dulces que olían rico cuando estaban bien maduros. O, para comer "chauchelas", las vainas sonoras que caían de las acacias espinosas. Fruto dulce,marrón, musical,que calmaba ansias de golosinas,inalcanzables,sólo para privilegiados,no para nosotros, la "gente de la tierra" como decían los italianos, los huídos, los rubios, los blancos ocupantes de las casas que empezaban a enquistarse en el corazón de los barrios periféricos.
Nosotros,los de pies descalzos,los marrones,los de cabellos lacios,( era mi orgullo mi pelo lacio y no parecerme a mis primas por parte de padre,con su pelo moto y ojos saltones que heredaban de su madre,que vaya a saber de dónde vino,como todos decían). Nosotros los pobres,los que nada teníamos,pero teníamos padre y madre, y sabíamos quienes eran mis abuelos y bisabuelos y ésa fue nuestra riqueza,saber quiénes éramos.
Son dulces los recuerdos, tienen sabor,olor,color; como los mburucuyas,rico fruto anaranjado de corazón rojo ,latiendo dulce suavidad ,pendiendo de árboles o como enramada de cercos precarios de las casas. O,como aquellos tréboles de rojas campanitas de tallos ácidos que masticábamos a modo de chícle. O,como los cultivados frutos de cada terreno o quinta,duraznos,ciruelas,nísperos,granadas,higos mandarinas,naranja y la osadía de alguien que cruzaba el alambrado de púas en la tarde cálida desafiando todo por una de ellas.
Los árboles de mi barrio
Hoy es 15 de diciembre de 2014 y aquí,al sur de la ciudad el aire está llenos de voces de pájaros,el sol pinta de dorado esta mañana y la música suave de una flauta y piano instan a seguir escribiendo recuerdos.
Recuerdos silvestres,naturales,sentidos, de mi tiempo,de mi paso por esta vida,por este lugar,por este rincón marrón y verde de mi barrio.
Mi barrio tenía muchos árboles,diferentes,altos,con espinas ,con frutos,distintos verdes y algunos plateados. Como ser,en la esquina de la 88 y Paso había una cina-cina,o vaya a saber cómo se llamaba esa comunidad de arbustos espinosos de hojas pequeñas ,de ramas retorcidas y blancas que bordeaban la mitad de cuadra de la Paso y de la 88,,ángulo de 90 grados ,impenetrable,donde las gallinas de Doña María y de mi madre se les ocurría poner los huevos. Doña María,la de la esquina opuesta,la del caserón con jagüel con rondana y cadena,con balde de hojalata,la que cuando sacaba agua, y el mundo,mi mundo de unas cuadras,se enteraba. La señora petisa, morocha,de anteojos y rulos,que pasaba por la vereda de mi casa y saludaba con un interminable adiooooooooooooooooooooooosss,que duraba los diez metros de frente del terreno ,hasta que la casa de Teresita Burnes se lo impedía.
Frente a mi casa, en la 86 nro 120 más o menos,había fresnos,cuchillitas,como lo llamábamos,por sus semillas voladoras,en forma de hélices,esos no tenían secretos para mí,eran mi cabina de transmisión de los partidos de fútbol que los chicos del barrio jugaban cada tarde,en la "canchita" de enfrente.
Quiero contar,recordar,lo que significaba la aventura de juntar los huevos dentro de la cina-cina,arañados de gatos parecíamos. juntar huevos para comer, a cualquier hora,cuando se tenía hambre.Pero a veces,sólo iba a ver los "ojitos de perdíz", esas varas hermosas de flores de pétalos muy blancos y un centro renegrido que se les ocurría nacer entre el enjambre de ramas y de "unas de gatos" esas plantas que tenían espinas en toda la extensión de sus ramas filamentosas,Valía la pena los arañazos y ver esa cosa bonita hecha flor; pero Doña María no juntaba los huevos,esperaba, y por ahí salía,la bataraza , la colorada o la pigmea con 10 o 15 pollitos,ella sólo repetía el Prrriiprrrrrrrr agudo e interminable y gallinas y crías,se acomodaban en el inmenso gallinero,detrás de la casona.
Siguiendo con árboles,la quinta de la calle Paso entre 84 y 86 estaba poblada de acacias sobre la Paso y los álamos plateados sobre la 86 ,hacia la casa del verdulero Don Silva,pero de la vereda de enfrente. Justo en la esquina de la 84 y Paso estaba el "conventillo" inmensa casona de ladrillos idem,poblado al máximo de familias.Los Iberros, los Navarros,los Cortéz,los rubios de ojos celestes y los morochos ,bien oscuros,de pelo renegrido formando una comunidad dispar en aquella esquina del pasado.
sábado, 13 de diciembre de 2014
6 a 2,ellos ganaban
Y así mi vida que empezaba,entre la mayoría varonil de la familia donde mi hermana y yo nos reflejábamos poco a esos pares llamado hermanos que en número de séis ganaban en todo .
Nosotras sobrábamos, ellos se complementaban,no nos necesitaban,quién quiere a una niña del lado de su equipo de fútbol después de la escuela? Son molestan,lloran por nada, es decir por todo, y echan la culpa al otro,siempre,de puro caprichosas.
Cierro los ojos y estoy ahí,en la calle polvorienta que traía una nube de rojiza cuando el pampero soplaba desde el fondo lejano de dos cuadras,en la calle cortada,ahí en la ahora 86 y Pinto; Ahí se acababa el mundo ,ahí era la lejanía desde la vereda de mi casa,en la casa de don Silva,el verdulero,eran re-viejos,vaya a saber que tanto,no medíamos en años,calculamos que tan lentos eran,que tan arrugados,o que tan malos. Don Silva y su jardinera,que descansaba por las tardes,con las varas inclinadas mirando al oeste,allí donde los álamos y esas otras plantas frondosas limitaban el mundo y mi casa.Más allá lo desconocido,lo no transpuesto,un mundo de gallinas y caballos relinchando,era el respaldo del rancho del verdulero donde vivía con su esposa y su hijo Pablo,silenciosos,trabajadores callados armados de azadas y aperos,verduras y los elementos de su transporte. Qué buscábamos ahí? Sandías,pequeñas,verde oscuras o rayadas. Delicias para nosotros,rojas sandías de semillas renegridas,que en gajos,como lunas rojas calmaban la sed y tal vez el hambre de nuestras tardes.
Nosotras sobrábamos, ellos se complementaban,no nos necesitaban,quién quiere a una niña del lado de su equipo de fútbol después de la escuela? Son molestan,lloran por nada, es decir por todo, y echan la culpa al otro,siempre,de puro caprichosas.
Cierro los ojos y estoy ahí,en la calle polvorienta que traía una nube de rojiza cuando el pampero soplaba desde el fondo lejano de dos cuadras,en la calle cortada,ahí en la ahora 86 y Pinto; Ahí se acababa el mundo ,ahí era la lejanía desde la vereda de mi casa,en la casa de don Silva,el verdulero,eran re-viejos,vaya a saber que tanto,no medíamos en años,calculamos que tan lentos eran,que tan arrugados,o que tan malos. Don Silva y su jardinera,que descansaba por las tardes,con las varas inclinadas mirando al oeste,allí donde los álamos y esas otras plantas frondosas limitaban el mundo y mi casa.Más allá lo desconocido,lo no transpuesto,un mundo de gallinas y caballos relinchando,era el respaldo del rancho del verdulero donde vivía con su esposa y su hijo Pablo,silenciosos,trabajadores callados armados de azadas y aperos,verduras y los elementos de su transporte. Qué buscábamos ahí? Sandías,pequeñas,verde oscuras o rayadas. Delicias para nosotros,rojas sandías de semillas renegridas,que en gajos,como lunas rojas calmaban la sed y tal vez el hambre de nuestras tardes.
Mi infancia,mi mundo
Mi mundo era pequeño,pero lleno de gente y cosas. Mi casa...casa,mucho decir para una habitación de 4x4 de paredes desnudas ,techo de chapas grises y ostentosos tirantes, la ventana de dos hojas de vidrios con pictogramas de dedos embarrados y la puerta de madera sin llaves, encerraban mi mundo con piso de tierra.
Me veo allí en el mágico patio,vasto,polvorienta selva de sauces,moras salvajes,higueras y paraísos y las voces y el sol,las risas,pies descalzos.
La casa llena de voces,ladridos,canto de los cabecitas negras, los míxtos, seudos canarios anidando en latas de conservas,libres entre los árboles,respetados,apreciados,pequeñas vidas cantoras amanecidas en los sauces en los veranos míos de un tiempo llamado niñez y que ahora nombro como mi tiempo feliz.
Se puede ser feliz sin nada,o con todo lo que la nada regala,ser feliz con el sol,con la lluvia,con los pájaros y con las flores que no se tocan porque son para vender,son para que otros le lleven a la virgen o a sus muertos,nosotros nos quedábamos con el balanceo de color rosado de las varas de gladiolos,las varas púrpuras de San José y con las infinitas florecitas blancas de ilusión,que se ponían más blancas cuando se transformaban en ataditos,en ramitos frescos que llenaba el canasto para la venta. Nos quedaba el perfume y cuánto pagabámos por el aroma de flores? nada ,era gratis!
Me veo allí en el mágico patio,vasto,polvorienta selva de sauces,moras salvajes,higueras y paraísos y las voces y el sol,las risas,pies descalzos.
La casa llena de voces,ladridos,canto de los cabecitas negras, los míxtos, seudos canarios anidando en latas de conservas,libres entre los árboles,respetados,apreciados,pequeñas vidas cantoras amanecidas en los sauces en los veranos míos de un tiempo llamado niñez y que ahora nombro como mi tiempo feliz.
Se puede ser feliz sin nada,o con todo lo que la nada regala,ser feliz con el sol,con la lluvia,con los pájaros y con las flores que no se tocan porque son para vender,son para que otros le lleven a la virgen o a sus muertos,nosotros nos quedábamos con el balanceo de color rosado de las varas de gladiolos,las varas púrpuras de San José y con las infinitas florecitas blancas de ilusión,que se ponían más blancas cuando se transformaban en ataditos,en ramitos frescos que llenaba el canasto para la venta. Nos quedaba el perfume y cuánto pagabámos por el aroma de flores? nada ,era gratis!
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